Hace un tiempo compartí una foto en mis redes sociales de una comida que había preparado. Alguien la vio y me preguntó: “¿No tienes cosas más importantes que hacer?”.

¿Más importantes que deleitar a mis ojos con productos frescos y coloridos de la tierra?

¿Más importante que reducir el estrés de la vida pasando tiempo en la cocina convirtiendo esos ingredientes en algo que hasta entonces no había existido en el mundo tal y como yo lo había preparado?

¿Más importante que experimentar el verdadero placer de ver cómo todos esos ingredientes se iban combinando, mientras yo esperaba, con algo de nervios, que estuviera tan sabroso como me lo había imaginado?

¿Más importante que colocar mi creación culinaria sobre la mesa, sentarme junto a mi esposa, entrelazar su mano con la mía y decirle a mi Creador: “Gracias por el sustento y por el placer de esta comida”?

Alguien vio mi foto y me preguntó: “¿No tienes cosas más importantes que hacer?

¿Más importante que ver a mi esposa sonreír tras el primer bocado y escuchar su aprobación al decirme: “¡Está delicioso!

¡Qué bien lo has hecho, marido!”? Incluso disfruto de sus críticas: “Creo que debes poner menos pimientos la próxima vez. ¿Qué te parece?”. Pruebo otra cucharada y presto más atención. Sí, tiene razón. O quizás le doy la razón porque es tan buena conmigo y cocina mejor que yo.

¿Más importante que disfrutar de todos los placeres puros que Dios ha provisto para nuestro bendito disfrute?

Pues no.

No, no se me ocurre nada más importante. Se me ocurren cosas igual de importantes, pero no más importantes, a excepción del gran sacrificio que Dios hizo por medio de Jesús para redimirnos, y a la vez, redimir el placer y devolverle su buena finalidad.

¿Puedo compartir algo contigo?

Desde que empecé a seguir a Jesús, me he encontrado con esta “espiritualidad” deprimente y flagelante que desprecia el placer y se obsesiona con la negación del yo. Sí, es bueno y justo negarse a uno mismo si eso quiere decir evitar lo malo y lo injusto. Pero, a mi modo de ver, los placeres que Dios nos otorga nos protegen del pecado. No estoy diciendo aquí que yo no peco; lo hago. Soy una persona tan caída y tan tonta como tú, a no ser que no te des cuenta de cuánto has caído ni de lo tonto que eres, en cuyo caso, soy una persona tan caída como tú, pero definitivamente menos tonta.

Todos mis estudios teológicos me llevan a pensar que no quieres llegar al Día del juicio de mal humor debido a una falta de disfrute en tu vida o, peor aún, una falta de confianza en el amor del Salvador.

Soy una persona tan caída y tan tonta como tú, a no ser que no te des cuenta de cuánto has caído ni de lo tonto que eres, en cuyo caso, soy una persona tan caída como tú, pero definitivamente menos tonta.

Imagínate que estás delante de Dios en el juicio. Te das cuenta rápidamente de que, por alguna razón, no está contento. Te mira directamente a los ojos y te dice: “No te divertiste lo suficiente. Te di un mundo precioso e increíble; te rodeé de imágenes, sonidos, aromas y sabores. Equipé tu cuerpo con receptáculos sensoriales y le di a tu mente poderes perceptuales y capacidad emocional. Te creé con la capacidad de experimentar y disfrutar al máximo, y te convertiste en un aguafiestas en Mi nombre. Te hiciste creer que el placer es algo malo cuando he sido Yo el que te he creado con un sistema para disfrutar del placer; te lo di como un regalo. Mataste de hambre a tu cuerpo y le negaste a tu alma los placeres puros y, como resultado, caíste de forma constante bajo la tentación de los placeres impuros, que, en realidad, son placeres falsos. Te coloqué en un paraíso glorioso y apenas probaste, oliste, tocaste, observaste y experimentaste nada. En todo esto, has pecado en gran manera. ¿Qué puedes decir en tu defensa?”.

No nos solemos imaginar el Día del juicio así. Y, sin embargo, así es como la gente hebrea visualizaba el juicio, basándose en el relato de la creación de Génesis 1 y 2.

Todos mis estudios teológicos me llevan a pensar que no quieres llegar al Día del juicio de mal humor debido a una falta de disfrute en tu vida.

“Las personas tendrán que rendir cuentas en el Día del juicio por todas aquellas cosas permitidas que podrían haber disfrutado, pero que no hicieron” (El Talmud).

Cuando el apóstol Juan habló acerca del deseo de Dios para Sus hijos, dijo que Dios quiere que participemos “plenamente de la alegría” (1 Juan 1:4 NTV).

Uno de los relatos más sorprendentes de Jesús, que casi nunca se cita porque no sabemos bien qué hacer con él, es el siguiente:

“Vino el Hijo del hombre, que come y bebe…” (Mateo 11:19).

Esta es una descripción de primera mano de lo que observaba la gente cuando se encontraban con el Dios que había bajado del cielo a la tierra para salvarnos. El Hijo del hombre “come y bebe”.

Qué imagen más increíble de Dios.

Nos salva del pecado mediante un proceso de sociabilización que nos lleva a Su amor.

La naturaleza humana caída tiende a corregir de más, a recurrir a los extremos. A menudo, eso se asemeja a escapar de un león para encontrarse con un oso. Sí, deberíamos escapar del pecado, pero no deberíamos alejarnos de los placeres que Dios nos ha dado. En realidad, deberíamos escapar del pecado y correr hacia los placeres puros que Dios nos ha otorgado por Su gracia.

Quiero compartir un secreto contigo. Al menos, parece ser un secreto porque nunca he oído a nadie hablar de ello. Acércate un poquito más. Te lo voy a susurrar una sola vez porque algunos se enfadarán si se enteran:

Una de las cosas más poderosas que puedes hacer para vencer el pecado es llenar tus sentidos con los placeres legítimos y puros que Dios ha provisto para ti. Si te llenas de satisfacción pura y santa, las indulgencias impuras perderán su atractivo.

La naturaleza humana caída tiende a corregir de más, a recurrir a los extremos. A menudo, eso se asemeja a escapar de un león para encontrarse con un oso. Sí, deberíamos escapar del pecado, pero no deberíamos alejarnos de los placeres que Dios nos ha dado.

Así que disfruta durante horas de la belleza de la naturaleza mientras paseas con alguien que te gusta.

Consigue un cachorro y mímalo durante años.

Juega con tus hijos y ríete a carcajadas con ellos.

Diviértete en el mar.

Escucha con atención a los pájaros cantar temprano en la mañana.

Déjate cautivar por la belleza de la música.Cómprate un mueble antiguo, conviértelo en algo hermoso y regálaselo a una amiga o a un amigo.

Y, por favor, dedica tiempo a cocinar algo delicioso, siéntate con las personas que amas, y disfrútalo.

Ni se te ocurra cometer el pecado de no disfrutar.

A middle-aged man with short, gray hair is looking directly at the camera with a slight smile. He is wearing a light blue shirt under a gray jacket. The background consists of blurred outdoor steps.
Ty Gibson
PONENTE Y DIRECTOR at LIGHT BEARERS

Además de ponente, Ty es el director de Light Bearers. Como comunicador apasionado, con un mensaje que abre las mentes y mueve los corazones, Ty enseña acerca de diversos temas, haciendo énfasis en el amor eterno de Dios como tema central de la Biblia. Ty y su esposa Sue tienen tres hijos y dos nietos.