Hace un par de años, me encontraba haciendo cola (fila) para un concierto de navidad en Nashville, Tennessee, cuando me ocurrió algo muy loco: me invitaron a comer al día siguiente con algunos de los artistas que actuarían esa noche.

Seguramente ni los conozcas, pero, para mí, estos artistas eran especiales. Los había escuchado desde que estudiaba en el instituto (la secundaria) y su música me había impactado profundamente a lo largo de los años. Para mi cumpleaños, mi amiga WayAnne nos había comprado unas entradas (boletos) para el concierto, así que yo no cabía en mí misma de la emoción.

La cola para entrar al concierto se extendía más allá de la acera. Cuando WayAnne y yo intentamos tomarnos una selfie, nos chocamos con la pareja que estaba detrás de nosotros. Se presentaron como Steve y Becky de Texas. Así que empezamos a charlar.

Entonces, Becky dijo una locura: WayAnne y yo deberíamos comer con ellos al día siguiente y conocer a los artistas.

Nos contaron que eran amigos de dos de los artistas del concierto ¡y que iban a comer con ellos al día siguiente! Yo me quedé estupefacta. ¿Son amigos en la vida real? ¿Se llaman por su nombre de pila? ¿Hablan de cosas mundanales, como que el papel higiénico se agotó en Trader Joe’s así que tuvieron que ir a Walmart en su lugar? Sí, ¡se trataba de ese tipo de amistad!

Entonces, Becky dijo una locura: WayAnne y yo deberíamos comer con ellos al día siguiente para conocer a los artistas. ¡No podía creerlo! Tenía la posibilidad de sentarme a la mesa con estos artistas que tanto admiraba y de conversar con ellos. ¡Una oportunidad que no me podía perder!

WayAnne tenía que volver a California temprano al día siguiente, pero yo vivía a dos horas de allí, así que podía ajustar mi agenda en el trabajo sin problemas. Becky y yo intercambiamos nuestros números de teléfono antes de dirigirnos a nuestros asientos en el interior. Poco después, con las luces atenuadas, la pista empezó a vibrar con la música de los violonchelos, violines, baterías, guitarras eléctricas, teclados y otros instrumentos de los que ni siquiera sé los nombres.

Ahora bien, después del concierto, empezaron las dudas. Acababa de conocer a Becky y ni bien pasados tres minutos, me había invitado a mí, una perfecta extraña, a comer con ella, su marido y sus amigos músicos. ¿Sería seguro ir con ellos? ¿Era en serio? ¿Estaban dándoselas de que conocían a gente importante? ¿Acabaría pareciendo una tonta?
«Creo en la bondad de los extraños», dijo. WayAnne, como la idealista que es.

«Bueno, yo he escuchado a Dateline», repliqué yo. La comida sería en un lugar público, así que lo más probable era que no me secuestrarían ni me esconderían maniatada en un sótano. Al final, decidí ir con ellos para satisfacer mi curiosidad.

Buscamos a Dios, pensando que estará recubierto de luces y de gloria, en un gran escenario. Sin embargo, nos encontramos con él en los lugares más inesperados…

Mucha gente desconfía de las buenas ofertas. Y la gente desconfía todavía más de lo que Jesús ofrece, normalmente por buenos motivos. Las personas que dicen representarlo no han sido muy amables, o han fingido serlo bajo ciertas condiciones. A lo mejor tuvieron padres que les enseñaron que no merecían ser amadas. Así que es normal que piensen: «Dios no me puede amar tanto. No puede ser verdad».

Pero a la vez pienso que a la gente le atrae la idea de un Dios de amor. Lo buscamos, pensando que estará recubierto de luces y de gloria, en un gran escenario. Sin embargo, nos encontramos con él en los lugares más inesperados y él nos extiende la maravillosa invitación de pasar tiempo con él, rompiendo así todos nuestros esquemas de lo que significa ser digno.

Sabemos que Dios busca a los que se sienten indignos porque eso fue lo que ocurrió la noche de su nacimiento. Me imagino a los pastores aquella noche, mordisqueando hierba mientras hablaban de cuánto deseaban que llegara el Mesías. Ya era hora. ¿Cuán grandes debían ser sus músculos para vencer a los romanos? A lo mejor se dedicaron a darle puñetazos al aire y a blandir unas espadas de mentira en su intento de atacar a unos soldados imaginarios. El Mesías nunca nos pediría ayuda, pero si lo hiciera, así es como lucharíamos por él.

Entonces, cuando menos lo esperaban, apareció el ángel y les extendió una invitación que parecía demasiado buena para ser verdad: «No tengan miedo. Les traigo buenas noticias que darán gran alegría a toda la gente» (Lucas 2:10 NTV).

¿A toda la gente?
Es cierto que todos corrieron para ver al Rey, pero me pregunto si alguno de ellos sintió algo de desconfianza. ¿Por qué nos daría Dios esta noticia a nosotros? ¿Por qué enviaría Dios a unos pastores a darle la bienvenida? A pesar de ello, se arrodillaron ante él, con asombro y admiración. No tenían ni idea de por qué habían sido elegidos, ni de por qué cada uno tenía un lugar junto a la cama del tan esperado Libertador. Pero allí estaban.

El día después del concierto de navidad, conduje hasta el lugar de tacos que Becky me había dicho. Entré hecha un manojo de nervios y me encontré con tres de los artistas que habían dado el concierto la noche anterior, sentados a la mesa, comiendo tacos como cualquier otro ser humano.

Becky se acercó con una enorme sonrisa iluminándole el rostro, hizo un hueco para mí en la mesa, y me presentó al resto.

Deseo que hoy recuerdes que hay hueco para ti también en la mesa de Dios. Lo dudes o no, hay lugar para ti. Me pregunto qué cosas asombrosas ocurrirán si te sientas a la mesa, aunque no sea por fe, sino por mera curiosidad.

A person with wavy, long hair sits casually with a smile. They are resting their head on their right hand and wearing a dark long-sleeved top with light-colored jeans. The background is plain white, and the image is in black and white.
Anneliese Wahlman
Escritora Creativa at Light Bearers

Allie se graduó de ARISE en 2012 y forma parte del equipo de Light Bearers como escritora y asistente de comunicaciones. Le fascina la intersección entre la fe y el proceso creativo y disfruta con la poesía. En los ratos en los que no está viendo una buena película con sus amigos, le encanta ser narradora de la vida empleando acentos mediocres.